Como trata de explicar Junichiro Tanizaki en El elogio de la sombra, la belleza nipona no reside exclusivamente en la luz, en los elementos brillantes. En Japón la sombra pierde ese matiz negativo que le hemos atribuido culturalmente y es considerada como un elemento más de belleza. Curiosamente, en el imperio del sol naciente la luz habla más de las sombras que genera que de los objetos que ilumina. En la cultura japonesa existe una preocupación de velar todo con una ligera y difusa penumbra de manera que no podamos discernir el límite. En los templos sintoístas construidos hace cientos de años, los propios aleros de sus tejados se encargan de proyectar una profunda sombra que oculta su estructura a ojos de los visitantes.
Luis Lope de Toledo
Imagen por mendhak en flickr
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